En días como hoy rumio cada bocado y descubro que la segunda vez sabe siempre peor que la primera. Definitivamente no hay beso como el primero: tímido y torpe; y al mismo tiempo emocionante.
¿Cómo voy a saber qué te gusta a tí si no sé qué quiero yo?
En días como hoy, en los que ni es doce de octubre ni nos equivocamos deliberadamente con las lecciones de historia mal aprendidas en la escuela, me estallan las glándulas lagrimales por lo que pudo ser y no fue, pero, ante todo, explotan por lo que fue y dejó de ser.
Lamentablemente.
En días como hoy, camino de espaldas buscando la razón primera de mi existencia, más allá de un encuentro entre sábanas de dos que eran jóvenes y soñadores hace ya más de treinta años. Dos que dijeron que se querían tanto que lo que no querían era cumplir con cierto sacramento.
Aunque después cumplieran.
Digo que en estos días, en los que cada vez me siento más cerca del sueño infantil de la mendicidad, en los que me escondo bajo mi parka y dejo que la lluvia inunde mi tonsura incipiente, trato, sin fortuna, reinventarme. Y me quiebro en dos de un tajo que solo la vida asesta tan violento, y me rompo en pedazos como solo los perros destrozan las tareas del colegio, y me descompongo como solo cierto licor de dátil me arrasa el intestino y precipita toda la flora que ¡falso, falso, cien veces falso! un yogur adosó a sus paredes.
En días como hoy, en los que miro por la ventana como mujer de otro siglo, te estoy extrañando, Latinoamérica. Y aunque tengo muy claro por qué, soy incapaz de verbalizarlo sino es así, de esta manera anárquica que tengo de escribir, como pinceladas vírgenes y huérfanas en un lienzo en blanco que jamás podré completar.
¿Cómo voy a saber qué te gusta a tí si no sé qué quiero yo? ... Interesante blog
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