Recuerdo las gafas rotas de Allende sobre el piso de La Moneda, el humo brotando tras los muros del palacio, el estruendo reventando de cuajo paredes, el polvo sobre los pocos guardias fieles al presidente, los niños corriendo... y los jóvenes, y los viejos... Los recuerdo en ajadas películas y documentales que pusieron en la televisión española. Lo recuerdo en las palabras de un chileno joven y contrariado sentado sobre una banqueta de un chiringuito en la costa del sol Tengo un pasaje a Santiago para el quince de noviembre dice ¿qué voy a hacer ahora?
Recuerdo los tanques en las avenidas, las banderas desconcertadas ondeando sobre mástiles blancos.
Es imposible que recuerdes. Tú no estuviste allí. Me dices y derrumbas con ocho palabras mi memoria inventada, y la aferras al yermo suelo castellano en el que ni siquiera me habían imaginado.
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