A Boabdil,
a su manera. Puema por puema.
mis mejores ropas permiten resguardarse del frío
yo no las quiero aunque se empeñen en abrazarme cada mañana
aunque se obcequen en adherirse a esta piel pálida de europeo enfermo
a este cuero mixtura de razas inexistentes ya
a esta envoltura heredada de todo aquel que pasara por esta casa
mis mejores ropas limitan, contraen, irritan las sombras nebulosas de la oscuridad
en que me emperro en deambular hasta el fin de mis días
cuando sean mis mejores ropas solo vestigios horadados por lombrices
mis mejores ropas consienten que mis nalgas se congelen contra el granito
del suelo que piso en esta ciudad, del piso en que poso en esta ciudad
mi culo contra el granito aquél que el hombre usurpó de las montañas
mis mejores ropas consienten que resbale una huérfana gota de lluvia furtiva desde mi hombro
por la manga de la camisa, para alojarse en el ajado ojal de la misma
mis mejores ropas no borran mi gesto serio
ni el surco de lágrimas, si hubo alguna, dibujado sobre mis mejillas
autoabofeteados cachetes frente al espejo frío que no me esconde al mundo
ni me muestra como miss ausente de lecturas
teniente de canciones, pendiente de roperos ajenos
maldito cristal que no me refleja si no visto mis mejores ropas!
maldito cristal que me muestra desproporcionado y vergonzoso!
maldito vidrio amoral que me dice las cosas tal cual son
aunque mis ojos no lo quieran escuchar!
sé que debo huir
sé que debo correr
despojarme de ropajes y quedar nudo
como animal o criatura primigenia y llorosa
y sin embargo mañana volveré a cubrirme con mis mejores ropas
y si a la noche tuviera frío alcanzaré a meter mis pies bajo la mesa camilla
así me ardan al contacto con el brasero, por cobarde!
No hay comentarios:
Publicar un comentario