viernes, 22 de octubre de 2010

20.

"A veces era mejor mirar al suelo para saber si estaba lloviendo o no"
el coso dixit.


En ocasiones convenía mirar al suelo

fisgar en los charcos

hurgar en desanimados recovecos

oscuros, aparentemente inertes

recodos donde la plata y la lluvia copulan y se confunden

interponerse en el momento exacto en que la gota toca

en que la gota roza la pelbis poluta de las veredas

interrumpir el coito de la naturaleza

(lo hizo ya tantas veces el hombre que apenas importó una más)

si de verdad quería paladear el cielo.

miércoles, 13 de octubre de 2010

agua en Madama

¿Sabes esa ilusión de ver el arco iris dentro de tus ojos? ¿Esa gota de sudor que sortea tus cejas y pestañas y sala tu córnea? Pues esa mañana empecé a andar algo despistado, sin sentido, quizá turbado por la gente, y fuí andando un buen rato, demasiado, probablemente una tarde entera por aquella avenida., nublado con ese arco iris clavado en la mirada. No sé muy bien si dormí aquella noche o me desmayé cuando amanecía. En cuanto desperté volví a caminar de manera instintiva hacia el sol, cruzando un campo casi yermo, tropecé, me caí, me arrastré como culebra buscando sombra. Imaginé cóndores negros planeando en redor de mi, como estancia previa a la estigia barca. Yo allí sentado, en mi yo onírico, en aquél banco de madera y jugueteando con los pies en el agua, tocando ligeramente con el dedo gordo la superficie, dibujando círculos concéntricos que proyectaba hacia la otra rivera. Tardó en llegar pero al fín nos subimos a la barca, dos chicos chipriotas de unos quince años, seis señoras bolivianas que no habían parado de cantar, y yo. Era evidente que aquella embarcación no era muy estable, te aseguro que nos embargó el miedo con el primer trueno, la barca se meneaba demasiado, cada vez más y más agua entraba por entre las maderas mohinas, llovía con tanta violencia que apenas podía ver a las cantoras bolivianas, sabía que estaban delante de mí porque podía oírlas. 
De pronto el mar nos tragó. Y desperté debajo de una tormenta en aquél páramo inicial. Era la primera vez que llovía en los últimos 6 meses en la proximidades de Madama, Níger. 

viernes, 8 de octubre de 2010

birbam, 8 de Noviembre 2007

A mí las herrumbrosas hojas de las calles,
caducas, urbanitas e insurgentes,
las birbanianas hojas pudorosas.

A mí las letanías, las odas y los plantos,
las calipigias mujeres timoratas
deseosas de bebés autodidactas.

A mí la chispa, la hoguera y los rescoldos,
la flameante sombra del Averno
que ya antes planease sobre mí.

A mí el carmín manchando las solapas,
sin fútbol y sin misa los domingos,
las colegialas estúpidas e histéricas.

A mí el maiz, el cereal, la cebada
y el patxaran después, después de la comida.

lunes, 4 de octubre de 2010

19.

La inspiración, esa novia que tropieza en la entrada de la iglesia.