miércoles, 20 de marzo de 2013

sin título

Si al llegar a casa me encuentras con las llagas abiertas,
con el cuero ajado y sin palabras...

Si al llegar a casa tus manos no tienen mas mariposas que tocar
y huyes al mar y posas revoloteando en las cuencas vacías de mis ojos
la sal gorda que el patrón te ha dado...

Si me encuentras durmiendo es probable que en realidad esté muerto.
Tu dios lo quiera un día rumias plasta a plasta,
desde tu revoltosa cola hasta las astas que luces, y luzco
y apagas las llagas vagas y te das de bruces.

Te has dejado la puerta abierta proclamas
el viento corre por el corredor, y aunque lento
se siente hiriente gritas impertinente pues la corriente
dices ha tirado tus viejas fotos
esas en las que siempre salgo con un ataque de tos
o, mejor dicho, no salgo.

Sí. Si cuando llegas está el café hirviendo en la cafetera,
desbordado, pringando la cocina y la encimera,
y ves un carril zigzagueante como una huella de yarará
surcando el piso yermo aunque abonado
y yo ni piso ni nado ni respiro...
tú, respira tú, tranquila,
solo me ha dado un ataque y estoy sentado
segunda puerta a la derecha como siempre,
en esa habitación que gobierna un espejo.

martes, 19 de marzo de 2013

Welcome to Blabla City

Anoche, como todas las noches, soñé con mundos de mierda,
muertes injustas y plagas antediluvianas,
apenas importa, pues también soñé
con paraísos patrocinados por refrescantes bebidas,
y en el telón de azúcar un terrón de acero
y al fondo una postal de una palmera
y un Welcome to Blabla City arañado en la arena,
a los pies de la barbacana de un castillo.
Un niño, un muchacho algo torpe, había robado mi cara
y pisoteaba y pateaba la atalaya arrancándose del pecho
los sueños con napalm y aceite de colza.
El oso del escudo lanzaba besos
y el cerro de los colores se volvió negro.
Mamá, mamá grito al pasillo
sin apenas abrir la puerta, pues me da miedo,
mamá, mamá insisto y no hay respuesta,
así que repto sobre mi barriga helada
hasta el fin de la noche, la mañana.
Pero de nada sirve andar si no hay camino,
ni éxodo que mi nariz ladina no huela,
de nada sirve despertar en el fango
de esta plasta vacuna y pestilente
a la que según parece los dueños del mundo apenas hacen caso
o peor aún: se han acostumbrado
como el tullido a cagarse en las muelas de los otros,
como el fantasma a esconderse de los ojos del adulto,
como el que llega a este jodido verso esperando que al fin
en el siguiente,
no, no, en el siguiente
el autor diga algo interesante o al menos bello,
una imagen que explique porque (mal)gastó su tiempo
sentado en este trono por el que huyen los desperdicios
tres, quizá cinco, minutos mas de lo que se merece.
 Aunque onírico un mojón lleva su tiempo.