jueves, 27 de mayo de 2010

primavera

Primavera es Lorenzo incordiando cada mañana desde las 06.30. Es ducha fría incluso si vives en un bosque y no hay quien te caliente. Primavera es polen flotando en el ambiente imitando a los copos de nieve que se añoran. Primavera es Lorenzo pegajoso en el cogote ¡media vuelta! Primavera es Lorenzo hiriente en el pecho y en la frente. Es desear un té frío a las once. Es ensalada para comer, es gazpacho, porra antequerana con boquerones o filetes rusos y agua tan fría como le gustaba a la tía Paquita. Primavera es un café solo con dos hielos. Es la siesta que no me echo. Primavera es olores, colores, luz, y cervecitas al sol del que se esconden los cangrejos. Primavera es renacer y deshacerse. Es repeinarse con agua y sin cepillo, es afeitarse las barbas. Primavera es primavera, es trompetas en la lejanía, es fotografías naranjas de birbam, es silencio antagónico, es apologético himno al goce, al disfrute, a la desfloración que vendrá. Es desnacer y rehacer.

Primavera fue más horas de luz para jugar al fútbol en la calle. Fue desenfundar las pistolas de agua. Fue largos baños, patito de goma y transbordador soviético. Primavera fue calabazas veraniegas y tirarle piedras a las ventanas. Primavera fue los primeros versos. Primavera fue los primeros besos y jugar a ser novios. Primavera fue un silencio ineludible, diluible, incomprensible, irremediable, irrompible, impenetrable, incorregible.

Primavera es soñar despierto con mujeres. Es no dormir con ellas. Es tardío atardecer naranja demasiado tarde. Primavera es el penúltimo paso para decir adiós. Es abstemia. Es no querer trabajar, no querer escribir ¿Se nota, no? Evidentemente que se nota. 

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