lunes, 27 de septiembre de 2010

empezar a escribir un nuevo sueño

Clavada te tengo amada en otra latitud
en plenitud de sueños que me empeño en no olvidar
en volátiles dátiles que se lanzaran eva y adán.

Clavada te tengo en el aire, un buen aire que voltea choripanes desde tu costado,
pintándome de amarillo los viernes y sus labios...
los labios que no se ofrecen los viernes,
esos malditos labios que se amoratan lentamente,
esos labios cardenalicios incitándonos al vicio,
al temblar de piernas si me estás faltando como no te tuve nunca.

Incrustada como una mancha de café en esa camisa que jamás vestí, ni vestiré,
repito que ni siquiera tengo intención de vestir esa camisa
pues ya no me hacen falta más ropajes que tu brazo cubriéndome las espaldas,
no necesito más que atarnos como un nudo de piernas en la cama,
no preciso más de lenguas yermas y abalorios dentales enmarañándose en el cuello,
con calcáreas arias, con tronadoras odas, con sombrías elegías.
No.

Solicito un quitamanchas, un alicate, una goma de borrar, medialunas en la cama, algo,
el valor para agarrar una nueva hoja en blanco y empezar a escribir un nuevo sueño.

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