lunes, 25 de julio de 2011

El personaje (o La butaca) I

I. Presentación del personaje.

No me gusta hablar solo porque siempre me contesto ordinarieces. No me gusta lavarme la cara y despojar a mis ojos de legañas. Me enerva mirarme en el espejo del baño y recitarme un texto apocalíptico, señalando con el índice esta pánfila cara reflejada. No obstante, no encuentro remedio a este ataque de histerismo diario ausente de histeria, y plagado de luces y focos que imagino colgados del techo necesitado de una mano de pintura última. Me enerva, y por eso tirito. Unos dicen que es el pehachecé del jabón que se cuela en las cuencas de mis ojos lo que los irrita, sin embargo, ya en lo más superfluo de mi piel cuarteada y seca reconozco que no es así; no tiene, pues, sentido profundizar, pero lo haré: Me consta que la razón de las lágrimas que brotan y caen en cascada por mis mejillas está únicamente en el convulso cerebro que he ido educando, a lo largo de estos años, como si fuera esta viscera un ordenador desfasado y casi inútil cuya memoria vale sólo para recordarnos aquellos marcianitos, comecocos, lemmings, o simuladores de deportes a los que jugábamos impulsivamente. Siempre en solitario, contra la máquina decíamos aporreando compulsivamente la barra espaciadora del teclado; como abuela con azotador.

Se nubla la vista y no hay vapor en el aseo, miro a ambos lados porque mi imagen en la pared vidriosa me yerve las tripas. Excitado, busco mi doblez diaria, y así, al fin, fraccionado, aparece el coso con aire distraido, tarareando mmm mmm mmm mmm de Crash Test Dummies: Once there was this kid who got into an accident and couldn't come to school... Con intención de contarme alguna de sus anécdotas inacabables.

No hace mucho más de dos meses que fui a ver de cerca a un personaje al que admiro pero que no me resulta simpático. Le llamo personaje porque considero que todo aquel al que sólo alcanzo a ver en los medios, ya sean impresos o audiovisuales, son parte de la mentira mediática que asola este y otros muchos paises del mundo. Todos. Lo llamo personaje porque si no le conozco, si no he hablado con él o al menos he oido su dulce tonada en vivo, no existe.


Pero no es este un personaje normal, no es el protagonista de la última serie televisiva de moda sobre adolescentes incapaces de hacer un gallito al hablar, porque pasaron esa desorientada etapa entre despistes, embustes y juegos adultos, diez o quince años atrás. Llevo años siguiéndole, pero no como la exmiss y exmodelo. Te explico: Yo sí he leido su obra. No toda, no te voy a engañar, pero sí me he permitido el lujo de vivir en alguno de los mundos que ha creado. Llevo años siguiéndole, esperando la oportunidad de estar en el mismo salón que él y decirle: Disculpe maestro... y cualquier pavada que se me ocurra; que si fírmeme aquí si es tan amable, que si definitivamente su novela no va de perros, que si apártate que te aúllo, que si mantiene usted un pelazo estupendo, que si de aquellos polvos, estos lodos.

Reflexiona: quizá llamarle personaje sea demasiado... definitivamente me hace falta más vocabulario.

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